LICENCIA PARA VIVIR
Mediodía en mi edificio, todo se mueve a la velocidad de una tortuga con reumatismo. Generalmente eso es buena noticia.
Entonces entra en el lobby, mi querida señorita Pilar, es una buena muchacha, está haciendo la práctica. Generalmente ella sola ilumina los pasillos con su ropa de sesenta Watts y su música electrónica. Hoy se veía apagada, y con el mismo ánimo que un gusano de tebo bajo el agua.
- ¿Qué pasa mija? – dije en tono paternal.
- Es mi vieja, tiene tres meses sin trabajar y no le están pagando las licencias.
- Ah, chuata, es fregado eso. Si quiere en la tarde me cuenta más para poder ayudarla.
Se fue a su pega, no muy convencida de mi poder con las autoridades, claro, que no me ha ido muy bien con la burocracia.
La tarde seguía avanzando, y hasta las moscas chocaban por puro aburrimiento. Quizás esperaban un costalazo fuerte para despertar, pero las tontonas no tenían en cuenta que eran demasiado livianas como para realmente herirse de una manera interesante.
Entonces la Pilarcita regresó:
- Paredes – dijo solemne – acepto su ayuda.
- ¡Bakan! Mañana es entro a las dos y media, seguro que alcanzo a verle sus cositas.
Compin nueve de la mañana, lleno y con la actividad de un avispero. Después de compartir el aire con mamitas con niños enfermos, señoras que se caen a pedazo y cuando me llega el turno, la señora que me atiende ni siquiera me mira la cara.
Entrego todos los papeles, incluso el poder para actuar a nombre de la mamita de Pilarcita.
- Señor. Estamos tramitando esta licencia. Yo creo que estará para quince días hábiles más.
- Pero mi dulce dama, en esa casa no hay ni pa remedio
- Si quiere vaya a hacer la cola del segundo piso.
Ahi va el tontera, otra fila. Una hora más. Ni siquiera una musiquita de banco. Me atiende otra señora.
- Usted quiere apurar un trámite muy delicado – dijo la señora muy seria.
- Señora, estamos hablando de una enfermedad real.
- Ah, bueno, mire, llame en dos días y veamos cómo va la cosa, siempre puede ir a la superintendencia y reclamarle a ellos.
No tenía más tiempo, con tanta cháchara y espera me dio la hora. Y regresé habiendo fracasado a medias.
Entonces el teléfono. Era el Care' ná'.
- Societe – dijo con voz de enchichado.
- Diga.
- Nah, que no voy a trabajar hoy. Me conseguí una licencia... ahora toy con sinusitis, cúbrame compadre.
Estimado lector, comprenderá el silencio que le di a mi amigo. Algo maloso hubo en este día, como si el caricacho cola e’ flecha se me hubiese instalado a reír al lado.
¿Qué opinan?
2 comentarios:
Opino que los servicios públicos siempre hacen las cosas lentan y no tienen un rigurosidad para fiscalizar que las licencias realmente sean efectivas. Además de la corrupción de los médicos que se prestan para entregar falsas licencias.
Siempre termina pagando la gente más desvalida.
Yo por ejemplo siempre lucho por mis derechos y logro ser atendida. A veces pienso que los servicios públicos son como la jungla, sobrevive el más fuerte, él que más reclama.
Bueno. Espero que todo se haya solucionado.Y que la atención sea digna para todos.
Me dio risa y pena este
Publicar un comentario